Por Melvin Matthews.
La inusitada frecuencia y el poderío de los recientes desastres naturales -huracanes y seísmos- ocurridos en los últimos años han causado honda preocupación en los gobiernos del Caribe y Latinoamérica, organismos internacionales, expertos y entre la ciudadanía que sufre directamente las trágicas embestidas de esos fenómenos.
En apenas veinte días tres potentes ciclones -Harvey, Irma y Maria- y dos terremotos en Mexico, provocaron una enorme destrucción en las islas del Caribe -Dominica, Puerto Rica, las Islas Vírgenes británicas y estadounidenses, Antigua y Barbuda, Puerto Rico, Haiti y República Dominicana, en los Estados de La Florida, Texas y Georgia, en Estados Unidos. El saldo: muertos, heridos, damnificados e incuantificables perdidas materiales.
Solo en Ciudad Mexico, Morelos y Puebla el segundo seísmo ocurrido diez días después del terremoto del 7 de septiembre en el sur del país, medido 8.2 en la escala de Richter, mató a casi 300 personas, tumbó y agrietó edificios, produjo miles de heridos, desaparecidos y desplazados, pero su intensidad fue menor que el sismo del martes 19 porque su profundidad era mayor.
Las causas del incremento de los desastres naturales son atribuidos directamente a las consecuencias del cambio climático. Dice el científico mexicano Mario Molina, premio Nobel de Química, que el cambio climático no ocasiona estos eventos extremos, pero si aumenta su intensidad. Los huracanas tienen que ver con la temperatura del mar. Y esa temperatura ha subido como consecuencia del cambio climático.
El argumento del nobel mexicano luce irrebatible: “Harvey e Irma quizá habrían sucedido también sin cambio climático, pero su virulencia habría sido incomparablemente mas baja. Eso está muy bien proyectado en la literatura científica. Es absurdo oír que no tenemos suficientes datos para saber si influye o no. Hay una gran probabilidad de que ocurran fenómenos cada vez mas virulentos. (EL PAIS, 18-9-2017).
Otros fenómenos atmosféricos provocados por el cambio climático son los incendios forestales, cuya frecuencia se ha incrementado también de forma notable, especialmente en naciones abiertas al inmigrante ilegal que suele talar arboles para obtener carbon para cocer sus alimentos, como ocurre en la República Dominicana con los nacionales haitianos que cruzan la frontera.
Para contrarrestar esas acciones nocivas al medio ambiente, el gobierno dominicano ejecuta un amplio programa de reforestación en las montañas y las cuencas hidrográficas, con el cual ha sembrado millones de arboles de distintas especies con la ayuda de organismos internacionales.
Durante su reciente visita a la ONU, abreviada por la inminencia del huracán Maria por Republica Dominicana, el presidente Medina abogó por la creación de un fondo de solidaridad para la prevención y reconstrucción de países caribeños dañados por huracanes.
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